Las sombras y la oscuridad lo habían poco a poco llenado todo. Se habían ido concentrando con calma pero sin pausa, como un ejercito que lentamente se prepara para el asalto tomando posiciones y demostrando al enemigo todo su poderío, rodeándolo, aislándolo, consiguiendo que no pueda ver más allá de las fuerzas que poco a poco se ciernen sobre él, sin ver ninguna salida, ninguna posibilidad de escape. Todo tiene un fin y las campanadas lo anuncian inminente.
En el aire algo flotaba que lo embriagaba todo con su presencia, con su esencia, con un perfume que lo inundaba todo y a cada bocanada de aire y con cada latido de tu corazón llenaba tu cuerpo y tu ser hasta lo más profundo.
De repente como si de un agujero negro se tratara la oscuridad se concentró en una sombra.
Una sombra que permanecía erguida y paciente en medio de una niebla pétrea, que permitía ver perfectamente su forma y su silueta.
Un rugido llenó el aire, todo tembló … allí en medio apareciste o simplemente te revelaste, o como una mariposa que llega a su madurez y deslumbra con su belleza a todo lo que la rodea y además contagiaste ese calor y pasión que se extendieron como un halo que te rodeaba palpitante y sin dejar de crecer…
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